La impresión de ser Gulliver en el país de Lilliput. El poder de espiar dentro de las casas de los otros, atrapar momentos privados de la vida de los otros. Un poco como cuando el tren disminuye la velocidad atravesando un pueblo, rozando las casas, y se mira por la ventanilla el ajetreo de los campesinos, la perezosa espera de un viejo, el bostezo de un muchacho aún en pijama que no sabe que está siendo visto. La casa de la muñeca no está hecha para jugar, sino para ser observada.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario