Mirándolo por afuera, el View-Master era un feo objeto. Pero apenas se metía dentro el disco de cartón –donde estaban engarzadas minúsculas diapositivas– y se apoyaban los ojos en los oculares, aparecía una imagen maravillosa, el espacio se dilataba, el campo visual se llenaba de personajes de fábula o de las iglesias de Florencia o de la Torre de Pisa o de las góndolas de Venecia o del Puente de Londres o de la Torre Eiffel o del Coliseo.
Fragmento de Catálogo de juguetes
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